SAN JUAN OZOLOTEPEC, CALVARIO DE EVANGELICOS
Texto: Luis Ignacio Velásquez
Fotos: Mario Jiménez Leyva
Texto: Luis Ignacio Velásquez
Fotos: Mario Jiménez Leyva
A la hora prima, cuando el sol apenas despuntaba de entre los cerros que rodean a San Juan Ozolotepec, el pastor evangélico Leopoldo Alonso Silva fue apresado por orden del presidente municipal Pedro Cruz González. Los clamores de una turba que pedía lincharlo, fue el preludio de una jornada de violencia que arrastraría a nueve familias evangélicas al suplicio y el exilio de su comunidad.
En el trayecto de su casa al palacio municipal la población católica enardecida le arrancó la ropa, lo golpeó con palos, varillas y puños, hasta dejarlo semiinconsciente.
En la explanada del palacio municipal el religioso fue amarrado entre gritos de “¡hay que quemarlo!, ¡hay que quemarlo!”, al tiempo que un grupo de hombres se encaminó al templo evangélico para destruirlo.
Al día siguiente su familia y seguidores, 9 familias en total, correrían la misma suerte. No hubo clemencia para hombres de avanzada edad, mujeres o niños.
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EL PASTOR
En el albergue del templo católico de Felícitas y Perpetuas, el pastor recuerda que el 4 de noviembre del 2013, frente a su casa, se impresionó del odio y rencor de la gente. “Hombres y mujeres me golpearon, me insultaron, me gritaron que ahora si me iba a morir, me arrastraron hasta el palacio municipal, todos”.
“Cuando me meten a la cárcel se oye la voz de Mario Zavaleta que anuncia ahora sí vamos por la familia, porque a este hijo de la chingada ya lo tenemos. Ellos cumplen su propósito, van y destruyen el templo, de roban todo el material, una revolvedora, va a mi casa a destruir una antena de Internet, se llevan las computadoras y hasta una camioneta para destruirla”.
Añade que ese día fueron encarcelados Leopoldo Alonso Silva, Manuel Martínez, Miguel Silva Reyes y Plácido Aragón, pues los demás lograron huir. “A las mujeres también las apedrearon y las golpearon, rodearon mi casa y con rifles vigilaban que nadie se acercara, lo grave es que hasta hoy siguen las amenazas y los agresores están impunes, nadie cumple con la ley”.
Ente los instigadores de la agresión y agresores directos señala a Mario Zavaleta, Jerónimo Cruz, Tereso Contreras, Selena Hernández y el ex presidente municipal Pedro Cruz González.
Dice que los caciques están molestos porque su fe habla de justicia y decir la verdad. “Eso les ha incomodado porque la gente se está dando cuenta de la injusticia y del manejo poco transparente de los recursos. Nosotros no hemos reclamado ni hemos pedido que seamos incluido dentro del Cabildo, para nada, simplemente hemos dicho que todo debe ser transparente y democrático para el bien de la comunidad”.
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EL PADRE
Después de una noche cargada de violencia y sangre, el padre del pastor llegó a San Juan Ozolotepec para averiguar por qué había sido apresado su hijo y encerrado en la mazmorra del palacio municipal.
“Cuando llegamos a la comunidad ya no fuimos al municipio, sino nos fuimos directo a mi casa; ahí vimos que la gente estaba muy alborotada, muy agresiva, entonces decidimos regresar a Miahuatlán, pero veníamos bajando por la calle Zaragoza, cuando nos vieron y nos siguen, todo el pueblo, atacándonos con piedras, palos, varillas. Jorge Silva alborotaba a la muchedumbre tronando balazos”.
Con la camisa levantada para enseñar la faja ortopédica, manifiesta que en la agresión le quebraron dos costillas del lado izquierdo y tres del lado derecho, pues lo lapidaron.
“De hecho quedé muerto en el suelo, pero la policía estatal me sacó. A dos patrullas que nos encontramos en el camino les solicitamos auxilio, pero no se detuvieron, solo presenciaron como nos linchaban, después una regresó y nos levantó ya muertos. Nos llevaron a la clínica, pero el pueblo se negó a que nos atendieran, pese a que la enfermera sí quería hacerlo”.
Rememora que la gente se arremolinó en donde estaba la patrulla y les gritaba: ¡muéranse!, ¡acábense!, ¡muéranse! “El doctor que iba con la policía le suplicaba al síndico Felipe Aragón Reyes y al presidente municipal que nos dejaran salir, pero la gente decía: ¡no, no, que se mueran!, ¡que se mueran!”.
“Yo ya no podía respirar, el pecho me dolía mucho, solo porque el doctor solicitó una ambulancia que nos alcanzó en La Concepción estamos aquí con vida. A uno de mis hermanos le quebraron las piernas, está todavía en el hospital”.
Comenta que desde ese día no lo dejan regresar a su pueblo. “Ahí está nuestras tierras, nuestras familias, no nos pueden ultrajar de esta manera; en Miahuatlán estamos comiendo una tortilla con chile y sal, porque nuestras pertenencias se quedaron allá y no nos dejan entrar, ellos ya nos dijeron que si volvemos nos van a acabar”.
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El TÍO
Con una cicatriz en la frente, de una herida provocada con una piedra, el señor Raymundo Alonso Cruz señala que a él lo tumbaron, “me dieron de garrotazos, patadas, golpes, me dejaron muerto”.
“Después me levantó la policía preventiva y nos llevó a la clínica de San Juan Ozolotepec, donde la misma gente no dejó que nos curaran, después nos llevaron al centro de la comunidad, nos mantuvieron en el suelo, heridos, y los de la policía y un doctor que estaba en el lugar les rogaba que nos dejaran salir, pero no querían, gritaban: ¡aquí que se mueran!, ¡aquí los vamos a quemar!, ¡aquí que se acaben!
Expresa que a la hora y media dejaron que los llevaran a Miahuatlán, pero antes de salir metieron la camioneta donde los trasladan al centro del pueblo en el lugar donde se desarrollaba la asamblea y todos se comienzan a reír, insultarlos y burlarse de ellos; nos decían: ¡aquí que se acaben!, ¡aquí los vamos a quemar!
Subraya que su familia está sufriendo porque no tienen de dónde mantenerse, “yo soy campesino y me mantengo de mi trabajo, pero como la gente no quiere que yo coseche, no quieren que regrese, pues estamos aquí sufriendo; además en el pueblo los tenderos tienen prohibido venderles algo y el municipio no les brinda ningún servicio”.
Los tres lamentan que a pesar de las denuncias y quejas que han presentado ante las autoridades nadie hace nada. “No sabemos por qué el gobierno no actúa, porque permite esta persecución religiosa, este ataque a un grupo que no ha cometido otro delito más que tener una fe diferente a la suya”.
“Ahí está nuestras tierras, estamos comiendo una tortilla con chile y sal…nos dijeron que si volvemos nos van a acabar”: Leopoldo Alonso Silva, pastor evangélico
CACIQUISMO Y RELIGIÓN
El delito cometido es “tener una fe diferente a la suya”, señalan los desplazados de San Juan Ozolotepec
188 km de la ciudad de Oaxaca
3 mil 168 habitantes
4.3 grado de escolaridad
78% es de religión católica
22% evangélicos
Fuente: Inegi
INTOLERANCIA
FAMILIAS EVANGÉLICAS AGREDIDAS
9 familias integrantes de la Congregación Evangélica de la Iglesia Cristiana Independiente Pentecostés.
FAMILIAS EN EL EXILIO
5 familias permanecen exiliadas en Miahuatlán de Porfirio Díaz y Oaxaca de Juárez.
LA CNDH
Ante la falta de atención de las autoridades estatales al problema, la Comisión Nacional de Derechos Humanos integra ya un expediente por la persecución religiosa.
LA DDHPO
La Defendería de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca emitió una recomendación a las autoridades estatales por el caso de San Juan Ozolotepec y sin embargo continúa la impunidad de los agresores.